Nicolás Maduro no ha podido ocultar su simpatía por Joe Biden. (PanAm Post)

El régimen de Nicolás Maduro tomó un respiro desde que se proyectó a Joe Bien como el ganador de la elección presidencial en Estados Unidos. Frente a la larga lista de sanciones, desconocimiento de la autoridad para manejar activos en el extranjero y hasta un enorme despliegue del Comando Sur en el Caribe para combatir el narcotráfico implementado por el presidente Donald Trump para acorralar a la dictadura, el demócrata Joe Biden evalúa sentarse a negociar con el régimen y flexibilizar las sanciones impuestas a la alta cúpula chavista por socavar la democracia y violar los derechos humanos.

Asesores del presidente electo se están preparando para posibles negociaciones con el régimen venezolano, afirma un artículo de Bloomberg publicado este viernes. La propuesta del equipo de Joe Biden incluye una “flexibilización de las sanciones” impuestas por la administración Trump, en un ingenuo intento por presionar al régimen para la celebración de “elecciones libres y justas”.

La ingenuidad de la propuesta de Biden radica en el hecho de pretender confiar en la palabra del chavismo. “En una desviación de la administración Trump, que insistió en que solo negociaría los términos de la rendición de Maduro, los asesores de Biden no están estableciendo eso como una condición previa”, destacaron los informantes, según afirma la agencia Bloomberg.

“El equipo del presidente electo revisará las sanciones existentes para determinar dónde expandir las restricciones con la ayuda de aliados internacionales y qué medidas podrían levantarse si Maduro avanza hacia el objetivo democrático”, dijeron las fuentes. Agrega la agencia propiedad de Michael Bloomberg –el magnate neoyorquino que financió la campaña de Biden– que los gobiernos patrocinadores de Maduro, incluidos Rusia, China, Irán y Cuba, desempeñarían un papel en la eventual negociación.

Dos décadas de diálogos y elecciones

Han sido muchos los intentos de negociaciones con el chavismo que no han dado frutos a lo largo de dos décadas. Entre estos se incluyen los estériles diálogos auspiciados por el expresidente estadounidense Jimmy Carter y el exmandatario colombiano César Gaviria, cuando se encontraba al frente de la Organización de Estados Americanos (OEA). Posteriormente le tocó el turno de mediar a la Iglesia. Y recientemente han jugado este rol el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero y el equipo negociador de Noruega. El resultado: el chavismo sigue en el poder y el país enfrenta la mayor crisis humanitaria de la historia. Solo el régimen se benefició de estos diálogos que le han permitido ganar tiempo.

Y si de elecciones se trata, son más de 20 procesos electorales los que se han celebrado en los últimos 21 años, la mayoría de ellos altamente cuestionados. Las escasas victorias opositoras han sido simbólicas. La reelección indefinida que se logró frenar en el referendo de la reforma de 2007 se terminó aprobando dos años después con una enmienda sometida a una consulta similar. En 2015, la oposición logró su mayor avance al hacerse con el control de la Asamblea Nacional, pero el régimen consiguió neutralizarla y los partidos opositores perdieron una valiosa oportunidad. El 5 de enero se instala nuevamente el chavismo en el Parlamento y todo vuelve al mismo punto de partida.

La simpatía por Biden

Aunque Nicolás Maduro había señalado que le daba igual quien ganara las elecciones en Estados Unidos, no ha podido ocultar su complacencia por los resultados que apuntan al triunfo de Joe Biden. Maduro no solo fue uno de los primeros en felicitar al demócrata sino que además no tardó en manifestar su deseo de que se abran “posibilidades de comunicación” entre Washington y Caracas, destacando el «cambio social» que se vendría en la Casa Blanca.

Durante la campaña también se pudo evidenciar la simpatía por el rival del presidente Donald Trump. La tolda chavistas –el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) – publicó en su página web y divulgó en sus redes sociales un artículo en el que destacaba las promesas electorales de Biden para los inmigrantes venezolanos. Se trata de un Estatus de Protección Temporal (TPS) que el demócrata ofreció a los venezolanos en Estados Unidos y que en Miraflores no dejaron pasar por debajo de la mesa.

Ya el 1 de enero de 2015 Maduro había tenido un encuentro muy cordial en Brasil con el entonces vicepresidente de Barack Obama. Durante la toma de posesión de Dilma Rousseff se produjo un cruce de sonrisas y un estrechón de manos en una corta e improvisada conversación que habría incluido incluso un comentario en todo de broma. “Con un pelo así, yo podría ser presidente de Estados Unidos”, le habría dicho Biden a Maduro, según reseña un artículo de la Cancillería del régimen venezolano.

Haciendo a un lado a Guaidó

El eventual cambio de la política de Washington hacia Venezuela con el demócrata en la Casa Blanca no es una novedad. Ya durante la campaña sus asesores habían anunciado en varias entrevistas reseñadas por el New York Times la preferencia de Biden por la “persuasión antes que la imposición”, haciendo referencia a las sanciones impuestas por la administración Trump.

Con este giro en la política en la Casa Blanca frente a Venezuela, Juan Guaidó –quien no tardó en felicitar a Biden– quedaría a un lado. El gobierno de Donald Trump había garantizado reconocimiento como presidente interino a Guaidó más allá del 5 de enero –cuando finaliza el actual periodo de la Asamblea Nacional–. Por su parte, el equipo de Biden no ha manifestado nada al respecto. Al contrario, apunta a la negociación directa con Nicolás Maduro, lo que significa otorgarle reconocimiento a su ilegítimo mandato, no reconocido por más de 60 países.

Fuente: PanAmPost